La Mujer Sin Cabeza
La Ciénaga y La Niña Santa son ya películas consagradas, que fascinaron a medio mundo e hicieron resonar el nombre de Lucrecia Martel como figura importante del cine latinoamericano contemporáneo. Sus historias no poseen una narración rápida, ni tampoco muchos diálogos, mucho menos grandes momentos musicalizados o historias con un final feliz (o siquiera un final cerrado). No, el cine de Martel es todo menos eso. Un cine intelectual? Tal vez, pero sobre todo películas que incomodan, se mantienen en la mente por largo rato, trascienden el tiempo y se convierten en favoritas.
Ante esto, y tras un una larga espera, he visto por fin la tercera, la abucheada en Cannes y elogiada en Argentina. El resultado: La Mujer Sin Cabeza es una película 100% Martel. Incluso en esta ocasión el estilo característico de esta Directora luce aún más depurado y preciso, alcanzando una belleza estética en cada plano y escena, producto de un prolífico uso del lenguaje cinematográfico. En cuanto a la narración, en esta ocasión Lucrecia apuesta por un mutismo extremo en el que se sustenta en gran medida el personaje principal de esta película. Si bien en comparación con las dos anteriores, aquellas alcanzan una mayor fuerza en su historia y personajes, esta vez es la idea del desconcierto, la enajenación y la negación las que trascienden, incomodan y hacen que esta película se mantenga en la mente. Conclusión: De alguna manera, Lucrecia Martel, la mujer con cabeza, lo hizo de nuevo.
Ante esto, y tras un una larga espera, he visto por fin la tercera, la abucheada en Cannes y elogiada en Argentina. El resultado: La Mujer Sin Cabeza es una película 100% Martel. Incluso en esta ocasión el estilo característico de esta Directora luce aún más depurado y preciso, alcanzando una belleza estética en cada plano y escena, producto de un prolífico uso del lenguaje cinematográfico. En cuanto a la narración, en esta ocasión Lucrecia apuesta por un mutismo extremo en el que se sustenta en gran medida el personaje principal de esta película. Si bien en comparación con las dos anteriores, aquellas alcanzan una mayor fuerza en su historia y personajes, esta vez es la idea del desconcierto, la enajenación y la negación las que trascienden, incomodan y hacen que esta película se mantenga en la mente. Conclusión: De alguna manera, Lucrecia Martel, la mujer con cabeza, lo hizo de nuevo.